Count Down («Cuenta atrás”), que la Dra. Shanna H. Swan, destacada epidemióloga ambiental de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinaí en la ciudad de Nueva York, ha publicado en febrero de 2021 en colaboración con Stacey Colino, periodista especializada en aspectos sanitarios, narra el aumento de la infertilidad humana y advierte de las graves consecuencias para nuestra especie si esta tendencia no se ralentiza. La razón, explica Swan, puede ser la creciente exposición a “disruptores endocrinos” que se encuentran en todo, desde plásticos, retardadores de llama, artefactos electrónicos, empaques de alimentos y pesticidas hasta productos de cuidado personal y cosméticos.
Swan y Colino describen el peligro. Estas sustancias interfieren con la función hormonal normal, incluida la testosterona y el estrógeno. Incluso en pequeñas dosis, representan un peligro especial para los bebés en gestación y los niños pequeños, cuyos cuerpos están creciendo rápidamente. Estas sustancias químicas, que generan la interrupción de algunos procesos fisiológicos controlados por hormonas, pueden ingresar incluso a la placenta, y tienen la capacidad de alterar el desarrollo anatómico de niñas y niños, cambiar la función cerebral y dañar el sistema inmunológico.
Swan es una especialista que ha estudiado este tema durante más de dos décadas. La cobertura de los medios se centró en su hallazgo central: entre 1973 y 2011, el recuento total de espermatozoides de los hombres en los países occidentales se redujo en un 59%. La calidad también se hundió, con espermatozoides de forma más extraña y con menor capacidad para alcanzar el óvulo y fecundarlo. Quizás lo más importante es que el ADN que portaban también estaba dañado.
Un estudio que Swan cita en Count Down encontró que poco más de una cuarta parte de los hombres que experimentaban disfunción eréctil tenían menos de 40 años. Eso puede deberse, en parte, a que los niveles de testosterona han disminuido a un 1% anual desde 1982. Las perspectivas para las mujeres tampoco son buenas. La tasa de abortos espontáneos ha aumentado en un 1% anual durante las últimas dos décadas. La conclusión a la que llegan Swan y Colino es clara y algo apocalíptica: «Si observa la curva del recuento de espermatozoides y la proyecta hacia adelante, lo que siempre es arriesgado, llega a cero en 2045». Esta triste estadística implica que un hombre promedio carecería de espermatozoides viables en 25 años. En otras palabras, estos productos químicos están limitando la capacidad de las generaciones actuales y futuras de tener hijos.
Para los hombres, los ftalatos, que se encuentran en muchos productos, desde plásticos hasta champús, son los peores infractores, ya que reducen los niveles de testosterona y el recuento de espermatozoides, y hacen que los espermatozoides dejen de ser eficientes. En las mujeres, estas sustancias pueden causar menopausia precoz, quistes ováricos e interrumpir los ciclos mensuales.
El bisfenol A, una sustancia química omnipresente que se utiliza en plásticos duros, productos electrónicos y millones de otros artículos, afecta a ambos sexos, pero es especialmente preocupante para las mujeres, ya que interfiere en la concepción y causa abortos espontáneos al principio del embarazo.
Para los hombres, los ftalatos, que se encuentran en muchos productos, desde plásticos hasta champús, son los peores infractores, ya que reducen los niveles de testosterona y el recuento de espermatozoides, y hacen que los espermatozoides dejen de ser eficientes. En las mujeres, estas sustancias pueden causar menopausia precoz, quistes ováricos e interrumpir los ciclos mensuales.
El bisfenol A, una sustancia química omnipresente que se utiliza en plásticos duros, productos electrónicos y millones de otros artículos, afecta a ambos sexos, pero es especialmente preocupante para las mujeres, ya que interfiere en la concepción y causa abortos espontáneos al principio del embarazo.
Swan amplía su argumento al documentar cómo estos productos químicos están poniendo en peligro la supervivencia de muchas otras criaturas, ya que se ha probado que pueden provocar infertilidad o incluso cambios de sexo en vertebrados e invertebrados.
Swan destaca otro nivel de riesgo. La exposición de los padres a estas sustancias puede afectar el desarrollo sexual de sus hijos.
Aunque la mayoría de los análisis de Swan se centran en los países occidentales, ha descubierto tendencias similares en América del Sur, Asia y África.
Sin embargo, a pesar sus advertencias, estos hallazgos alarmantes no han provocado cambios en las políticas ambientales, ni tampoco en la regulación o demanda pública de sustitutos seguros.
Swan brinda también consejos prácticos sobre los pasos que las personas y los políticos pueden tomar para proteger su salud de estos productos químicos. También considera que, si estas tendencias persisten, la FIV y otras tecnologías de reproducción artificial se convertirán en una herramienta muy necesaria para concebir hijos.
Count Down es una llamada de atención para cualquier persona preocupada por el medio ambiente, la contaminación, el éxito de la maternidad o el deterioro de la salud de la especie humana. Es de relevancia práctica para las parejas y los adultos jóvenes que están considerando tener una familia.
Pero, en última instancia, su conclusión es una petición para que se tomen medidas rápidas a nivel nacional y mundial que prohíban el uso de estos productos químicos y mitiguen los efectos de aquellos que están afectando la salud e incluso la vida misma en todo el mundo. Swan deja en claro que el futuro de muchas especies, incluida la nuestra, depende de ello.