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LA EDICIÓN DEL GENOMA PARA CORREGIR ENFERMEDADES HEREDITARIAS NO ESTÁ LISTA TODAVÍA PARA PROBARSE

La Comisión Internacional sobre el uso clínico de la edición del genoma en la línea germinal humana, compuesta por 18 expertos de 10 países, fue creada a raíz de la Cumbre Internacional de Edición del Genoma Humano de 2018, celebrada en Hong Kong (China) después de que el investigador He Jiankui mostrara al mundo que modificó el ADN de dos niñas para impedir que nacieran con el VIH. Dicha Comisión ha dado a conocer recientemente un informe que aboga por «un amplio diálogo social» antes de que cualquier país decida si permite o no su uso clínico.

El informe indica que “la edición del genoma para corregir enfermedades hereditarias aún no está lista para ser probada de forma segura y efectiva en humanos». Y señala que “sí ve permitido inicialmente un uso clínico, aunque limitado a enfermedades graves de un solo gen”, como la enfermedad de Tay-Sachs, un trastorno hereditario por el que los niños mueren antes de cumplir cuatro años.

El nuevo documento propone establecer un organismo internacional que vigile el posible uso clínico de la edición genética humana. La entidad también servirá para analizar las futuribles aplicaciones que vayan más allá de evitar enfermedades letales.

La edición genética de la línea embrionaria no es solo un tema técnico o biomédico, sino que tiene implicaciones sociales, antropológicas y éticas que requieren un debate social a fondo, en el que no entra el nuevo informe. Por este motivo exponemos un resumen de la declaración del Comité de Bioética de España sobre la edición genómica en humanos, emitida después de su reunión plenaria del 16 de enero de 2019, con la que AGABI está en pleno acuerdo.

El Comité de Bioética de España tuvo conocimiento por los medios de comunicación generales y especializados, tanto nacionales como internacionales, del presunto nacimiento en China de dos niñas gemelas tras modificación genética (edición genómica) embrionaria, llevada a cabo por el investigador de aquel país, He Jiankui, empleando la ya conocida técnica del CRISPR/Cas9. El objetivo era conseguir la inmunidad de las niñas al virus del VIH (infección que supuestamente padece el padre de las menores), mediante la edición del gen CCR5. Los hechos siguen sin ser del todo claros y las explicaciones dadas por el citado investigador en un encuentro científico internacional en Hong Kong no han permitido conocer con exactitud lo acontecido. A pesar de ello queremos manifestar lo siguiente:

1.º La utilización de la edición genómica y modificación del ADN en el ser humano plantea importantes conflictos y problemas no sólo científicos, sino también éticos y sociales.

2.º Las técnicas de edición genómica como la ya citada CRISPR/Cas9 ofrecen enormes esperanzas en la lucha contra muchas enfermedades de origen genético. Sin embargo, el estado actual de tales técnicas, más allá de las dudas éticas que plantean, no ha superado el nivel de seguridad necesario para su uso clínico en humanos.

3.º En ningún caso la decisión de aplicar la edición genómica y la correspondiente terapia génica en humanos puede partir de iniciativas privadas y singulares, sino que deben ser aprobadas por las organizaciones e instituciones con autoridad en la materia

4.º Si bien el empleo de dichas técnicas en el ámbito curativo no está exento de problemas éticos, su uso con fines de mejoramiento, como el caso de las dos niñas nacidas en China, es rechazable e inadmisible, al tratarse de un mero programa eugenésico, y al existir actualmente otras alternativas para el tratamiento y la profilaxis de la transmisión del VIH.

5. º Existe consenso internacional en el ámbito de la Bioética por el que actualmente se rechaza, por razones de seguridad y éticas, el uso de la terapia génica germinal. Esto está plasmado en la Declaración Universal de la UNESCO sobre el genoma humano y los derechos humanos de 1997 y en el Convenio del Consejo de Europa relativo a los derechos humanos y la biomedicina de 1997.

6.º Desde el Comité de Bioética de España se hace un llamamiento a la comunidad científica y a la sociedad para que el uso de dichas técnicas respete la dignidad e igualdad de todos los seres humanos, así como los principios de responsabilidad, precaución y seguridad.

ES NECESARIO ESTABLECER UN CÓDIGO ÉTICO Y UNA LEGISLACIÓN QUE REGULE LA APLICACIÓN DE DISPOSITIVOS CEREBRALES.

Foto tomada de Retina

“Four ethical priorities for neurotechnologies and AI” por Rafael Yuste, Sara Goering et al. https://www.nature.com/news/four-ethical-priorities-for-neurotechnologies-and-ai-1.22960#auth-1
Resumen: La inteligencia artificial y las interfaces cerebro-ordenador deben respetar y preservar la capacidad de tomar decisiones y tener un papel en la dirección de su propia vida, la privacidad, la identidad, y la igualdad de las personas, dicen Rafael Yuste, Sara Goering y sus colegas en un artículo publicado en Nature el 9 de noviembre de 2017.
El artículo comienza con un caso hipotético, pero que ilustra algunos de los desafíos con que nos enfrentamos con este tipo de intrusiones en el cerebro de una persona.  Considere el siguiente escenario. Un hombre paralítico con un brazo robótico implantado participa en un ensayo clínico de una interfaz cerebro-ordenador. El ordenador, conectado a un microchip implantado en su cerebro, está entrenado para interpretar la actividad neuronal resultante diversas acciones del paciente, a la vez que genera órdenes que mueven el brazo robótico. Un día, el paciente se siente disconforme con el trato que recibe del equipo experimental humano. Más tarde, después de quitar un vaso a uno de los asistentes de investigación, lo rompe con su mano robótica y con uno de los trozos hiere al asistente. Posteriormente, disculpándose, el hombre se pregunta si su enfado con el equipo influyó en ese agresivo comportamiento, o, por el contrario, se debió a un mal funcionamiento del dispositivo que lleva implantado en el cerebro. En este artículo se aboga por la necesidad de establecer un código ético y una legislación que regule la aplicación de dispositivos cerebrales.
María Victoria S. Nadal entrevistó a Sara Goering, coautora de citado trabajo, el 28 de agosto, para el especial sobre  tecnología y neurociencia en la revista Retina, distribuida con EL PAÍS, que es muy ilustrativa. https://retina.elpais.com/retina/2020/08/28/tendencias/1598608595_322308.html
¿Después de haber implantado electrodos en el cerebro para estimular la actividad neuronal, algunas personas han informado que sienten un sentido de identidad alterado (Foto y comentario tomados de Retina)
Por qué es necesario establecer un código ético para la implantación de dispositivos cerebrales?
Los dispositivos cerebrales implantados son muy prometedores para abordar enfermedades o lesiones, pero también proporcionan un tipo de acceso único que podría servir para alterar nuestra actividad neuronal. Dado que nuestra actividad neuronal es la base que define la forma en que pensamos y quiénes somos (nuestra conciencia, nuestros recuerdos, nuestra personalidad, nuestra responsabilidad de acción, todo está en nuestra actividad cerebral), debemos tener cuidado al avanzar en el diseño de dispositivos que pueden alterar significativamente la forma en que pensamos sobre nosotros mismos y sobre el mundo.
¿Cómo podrían estos dispositivos cambiar nuestro cerebro?
Los estimuladores cerebrales profundos [como los microchips implantados en el cerebro] ayudan significativamente a los pacientes de Párkinson con los problemas de temblor y rigidez muscular. Pero algunas personas también experimentan cambios psicosociales, sienten un aumento de la impulsividad, cambios de personalidad… Los dispositivos tienen efectos sobre nuestro comportamiento, pero esos efectos son difíciles de percibir, así que pueden hacer que el paciente tenga una sensación ambigua sobre el control de sus acciones. Pueden sentir que no saben cuánto está influyendo el dispositivo en sus comportamientos o pensamientos y cuánto es decisión solo suya.

Paciente de Párkinson con electros cerebrales implantados
Entonces, ¿sería posible hackear humanos y cambiar su voluntad, por ejemplo?
Actualmente, que yo sepa, ese nivel de especificidad no es posible, pero la vulnerabilidad de un dispositivo a la piratería es muy preocupante. Si un pirata informático puede alterar la forma en que funciona un dispositivo, entonces podría ordenar a un brazo robótico que se mueva de una manera concreta que no estaba pensada por el usuario. O podría cambiar los patrones de estimulación en un microchip cerebral para que alguien se sienta diferente. Dado que esos estados también influyen en la voluntad, sí sería una manipulación indirecta de la voluntad.
¿Quién decide si un dispositivo va a mejorar el cerebro o no?
Las personas podrían decidir por sí mismas si quieren un dispositivo o si este supone una mejora para ellos. Pero determinar qué dispositivos fabricar requiere una conversación social más amplia sobre los posibles beneficios individuales y los peligros de ciertos tipos de control y acceso al cerebro. Es particularmente importante que se escuche a las personas con discapacidad, que son a quienes más podría beneficiar esta tecnología, para tener claro qué tipos de dispositivos son preferibles y por qué razones; y a cuánto es razonable que renunciemos en privacidad, por ejemplo.
¿Qué pasa si solo unos pocos pueden darse el lujo de tener estos dispositivos implantados?
Es posible que esto suceda al principio. Es necesario plantearse estas cuestiones, dado que algunas de las capacidades mejoradas podrían llegar a ofrecer a las personas que las utilizan ventajas competitivas, aunque no es algo que esté pasando ahora. Creo que una pregunta aún más importante es que consideremos las implicaciones de mejorar algunas de las capacidades que parecen prometedoras pero que podrían no ser tan valiosas como parecen. Por ejemplo, la memoria mejorada es atractiva para la mayoría de nosotros a medida que envejecemos, pero la capacidad de olvidar también es increíblemente valiosa y no debe subestimarse.
¿Podría crearse una nueva brecha social entre aquellos que tienen acceso a las mejoras de capacidades cognitivas y aquellos que no pueden costeárselo?
Posiblemente, pero depende del tipo de tecnologías que se utilicen. Que alguien pueda conectarse directamente a Internet con su mente o que pueda pasar de los pensamientos a los mensajes de texto sin la necesidad de escribir (como esperan Facebook y Neuralink) le permitiría acceder a información más rápido, pero eso no sería suficiente para que pensara con más claridad o mejor. Tener capacidades controladas por interfaces cerebro-computadora podría permitirnos hacer cosas con el pensamiento y podría hacernos más productivos o menos dependientes de las limitaciones de nuestra propia musculatura, lo que podría crear una especie de brecha.
Si se extiende el uso de estos dispositivos, pero no todos tenemos el mismo acceso a ellos, ¿podríamos llegar a convertirnos en casi dos tipos diferentes de humanos?
Depende de la tecnología que consideremos. La mayoría de los dispositivos actuales están diseñados para ayudar a las personas a lograr un funcionamiento que es normal y no sobrehumano o completamente diferente del humano. Sin embargo, abrir el acceso al cerebro permite experiencias diferentes a las que son típicamente humanas. Si un dispositivo puede estimular mi corteza sensorial para hacerme sentir que estoy tocando algo que mi cuerpo no está tocando, entonces los mundos virtuales pueden volverse convincentemente reales. Si los dispositivos pueden mejorar significativamente la memoria de una persona o darle una manera de enviar mensajes al cerebro de otras personas sin hablar (como sugieren algunos estudios de interfaz cerebro a cerebro), entonces al menos las normas sobre el ser humano tal y como las entendemos a día de hoy podrían cambiar, dependiendo de si las personas tienen implantes o no.
¿Cree que es posible lograr un acceso equitativo a las neuro-tecnologías para mejorar el cerebro?
Para empezar, no tenemos el mismo acceso a la atención básica de salud mental, al menos en EE.UU., por lo que no tengo muchas esperanzas de tener el mismo acceso a las tecnologías de mejora mental. Abordar la igualdad de acceso es una preocupación seria, pero tal vez sea más importante determinar si las supuestas mejoras son realmente mejoras y si vale la pena buscarlas.

EL RETO ÉTICO DEL ACCESO AL AGUA DULCE LIMPIA Y LA COVID-19.

El acceso al agua dulce limpia es un derecho humano. Según informes de las Naciones Unidas, en la actualidad, si bien se ha conseguido progresar de manera sustancial a la hora de ampliar el acceso a agua potable y saneamiento, existen miles de millones de personas que aún carecen de estos servicios básicos, principalmente en áreas rurales. En todo el mundo,  una de cada tres personas no tiene acceso a agua potable, dos de cada cinco personas no disponen de una instalación básica destinada a lavarse las manos con agua y jabón, y más de  673 millones de personas aun defecan al aire libre. Este reparto injusto del agua deja a millones de personas en una situación de vulnerabilidad, y es ajeno a los más elementales principios éticos.
Para tratar de cambiar esta situación, las Naciones Unidas han creado el ODS6: Agua limpia y saneamiento  dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles. La prioridad es mejorar la gestión de los recursos hídricos, un objetivo que además contribuiría al crecimiento económico y ayudaría en la lucha contra el cambio climático.

Actualmente, al viejo reto ético de solventar la crisis global del agua dulce potable y limpia se ha sumado el efecto de la pandemia de la COVID-19. Esta pandemia ha evidenciado la importancia vital del saneamiento, la higiene y un acceso adecuado a agua limpia para prevenir y contener las enfermedades, pues, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, estas acciones contribuyen eficazmente a reducir la propagación de patógenos y prevenir infecciones, incluido el virus de la COVID-19. Aun así −como vimos− hay miles de millones de personas que todavía carecen de acceso a agua salubre y saneamiento. Además, los fondos para atajar el problema son insuficientes.
Los datos demuestran que los efectos de la COVID-19 son considerablemente más graves en poblaciones humanas pobres y sin acceso a agua limpia.
La COVID-19 ha sensibilizado y movilizado a varias organizaciones internacionales en lo relativo al acceso del agua potable y limpia para prevenir la propagación de la enfermedad, lo que está muy loable. Sería muy deseable que esta tendencia tuviese la contundencia y continuidad necesaria para afrontar un problema de dimensiones globales y graves como es la degradación y explotación incontrolada de los recursos hídricos, a fin de garantizar el acceso al agua potable a los más pobres, lo que disminuiría su vulnerabilidad y ayudaría a frenar la creciente degradación ambiental de nuestro planeta.

MASCULINO. FUERZA, EROS Y TERNURA

Mariolina Ceriotti Migliarese, neurosiquiatra infantil y psicoterapeuta, autora de otros libros sobre la relación matrimonial o de novios y el mundo femenino (ver por ejemplo «La famiglia imperfetta» (2011) o «Erótica y materna» (2015/2018), dedica ahora un libro al género masculino.
Se trata de una invitación a que los varones continúen siendo portadores de esa «potencia buena, fecunda y fecundante de la que el mundo, y también la mujer, tienen una necesidad extrema», como afirma la autora.
El libro tiene la ventaja de presentar numerosos ejemplos sacados de la experiencia. Eso quizá ayude a que el varón se comprenda mejor a sí mismo, y a que cada mujer pueda hacerse cargo del ser que tiene, o podría tener, al lado. Son temas importantes y reflexiones sensatas para toda época, pero quizá más ahora cuando estamos inmersos en el laberinto de la ideología de género.