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EUTANASIA: LA PENDIENTE RESBALADIZA ES REAL

Pendiente resbaladiza

En el Webinar Euthanasia or Death on demand? organizado por One of Us el 25 de marzo la 2021, la primera intervención correspondió al Dr. Justo Aznar Lucea, Instituto de Ciencias de la Vida, Universidad Católica de Valencia. Su exposición de cómo a la legalización de la eutanasia ha seguido una pendiente resbaladiza en países como Holanda y Bélgica, basada en datos, fue brillante y estremecedora a la vez. Esa puerta abierta desde principios del siglo XXI ha devenido en una vía macabra en la que ya no se aplica la muerte medicamente asistida únicamente a personas adultas con una enfermedad incurable que la piden y que solo se concede bajo estrictas garantías, sino a neonatos, niños y adolescentes, deficientes mentales, dementes y personas con un “sufrimiento existencial” o, como dicen ellas “cansadas de vivir”. Pero lo que es más grave todavía, un elevado porcentaje de las personas que fueron eutanasiadas ni siquiera lo habían pedido, se ha llegado así a la eutanasia involuntaria. Las garantías con las que la legalización de esta práctica contaba en principio no controló su desarrollo, sino todo lo contrario. Los motivos son diversos, pero esta es la realidad: un deslizamiento progresivo contrario a la dignidad humana y al respeto y cuidado de las personas más vulnerables, propio de una sociedad civilizada.

Michael Cook, editor de BioEdge informaba ayer que la revista JAMA Internal Medicine organizó un acalorado debate sobre la eutanasia holandesa esta semana. La geriatra Diane Meier, de la Escuela de Medicina Icahn, Nueva York, respondió enérgicamente a los críticos de un editorial que había escrito en diciembre, titulado “El tratamiento de pacientes con sufrimiento insoportable: la pendiente resbaladiza es real”.

Dos equipos de médicos holandeses respondieron garantizando que «todos estos casos holandeses de suicidio asistido por un médico se caracterizan por una relación vital entre el médico y el paciente y que todas estas solicitudes son voluntarias y bien consideradas» y que «los casos de suicidio asistido por un médico siempre siguen la letra de la ley y nunca involucra presiones familiares, financieras o de otro tipo».

Estos argumentos están «basados ​​en la esperanza, no en la investigación», respondió Meier. Su agudo análisis de la eutanasia holandesa es una de las críticas más severas jamás publicadas en una importante revista médica. A continuación, se muestran algunos extractos de la publicación de Meier:

Diane E. Maier

“Las leyes estadounidenses de suicidio medicamente asistido (SMA) son bastante estrictas. Por el contrario, los países donde esta práctica ha sido legal durante mucho más tiempo que los EE. UU., han revisado sus leyes originales para eliminar los requisitos de diagnóstico, eliminar las exclusiones psiquiátricas, definir ampliamente el sufrimiento insoportable, con el objeto de incluir afecciones como los síndromes geriátricos y la angustia existencial, y reducir los informes requisitorios».

«¿El acceso legal al SMA servirá como un medio rápido, fácil y económico de manejar las necesidades de una población que envejece cada vez más aquí y en todo el mundo?»

“El acceso permisivo al SMA en el contexto de esos países se acerca a la validación social, respaldada por políticas, de que algunas vidas ya no merecen la inversión necesaria para preservarlas: la creencia implícita de que tanto el individuo como la sociedad estarían mejor si el paciente estuviese muerto.»

“Este es precisamente el tipo de pensamiento que llevó primero a la decisión 8 a 1 de la Corte Suprema de Estados Unidos de 1927 de defender el derecho de un estado a esterilizar por la fuerza a personas consideradas no aptas para procrear, luego a la defensa y participación de los médicos alemanes en las políticas de esterilización eugenésica de principios de la década de 1930, y finalmente a la eutanasia involuntaria en Alemania de esas «vidas indignas de vivir»: niños con discapacidades a partir de 1939 y personas mayores y personas con discapacidades a partir de 1940″.

“De hecho, las encuestas demuestran consistentemente que los médicos consideran que la debilidad profunda o el deterioro cognitivo son destinos peores que la muerte. En contraste, diversas personas mayores que viven con discapacidades relacionadas con la edad califican su propia calidad de vida de regular a muy buena y señalan la preservación de la dignidad y el sentido de control como factores habilitadores clave. El miedo de los médicos a su propio futuro, como lo ejemplifican los pacientes que tratan, puede resultar en la proyección inconsciente de apoyo para una muerte acelerada «.

«La conexión humana significativa y comprometida, no dos gramos de secobarbital, es la receta correcta».

La muerte asistida por un médico ahora es legal en nueve estados de EE. UU., además de en el Distrito de Columbia y se está considerando en 17 estados más. Generalmente, la legalización sigue a las iniciativas electorales, que configuran las cámaras legislativas, en el marco de amplios esfuerzos de marketing por parte de grupos de defensa centrados en convencer al público de que se enfrentan a un futuro de sufrimiento insoportable si el SMA no está disponible. Mientras que el miedo al sufrimiento insoportable al final de la vida es una preocupación comúnmente expresada, la mayoría de los estadounidenses deberían poder esperar un alivio confiable y experto del sufrimiento como resultado de los avances médicos en geriatría y cuidados paliativos. El hecho de que el público sea tan fácilmente persuadido de que el sufrimiento es inevitable y de que no pueden confiar en que el sistema de atención de la salud responderá a su sufrimiento debería hacernos reflexionar.

Cuidados paliativos

La información que se ofrece está muy sesgada. Se manipulan los sondeos de opinión pública con preguntas y planteamientos simplistas, como ¿quiere usted más derechos y más libertad?, a las que todo el mundo contesta positivamente, pero se esconde el para qué. Se presentan casos particulares enfocados sentimentalmente sin tener en cuenta la experiencia de los expertos que están realmente en contacto con los enfermos. Generalmente no se escucha a los paliativistas, y se antepone la supremacía de la voluntad a la dignidad humana ante la muerte vista por personas sanas sin apenas contacto con las realidades que se observan en las unidades de cuidados paliativos. Se establece así un “diálogo de sordos” porque los pro-eutanasia no se acercan a conocer la realidad de los cuidados paliativos, no se informan sobre la diferencia entre eutanasia y sedación terminal, o piensan que la eutanasia en una continuación de los paliativos, cuando éstos son “cuidados de salud”; es decir, se establece un enfrentamiento entre “ideas abstractas” y “experiencia real”. La muerte entonces no es asistida sino ejecutada.

El informe de van den Berg y colaboradores en JAMA Internal Medicine sobre 53 casos de SMA o eutanasia en los Países Bajos con un sufrimiento insoportable atribuible a múltiples síndromes geriátricos debería causar alarma.

LOS MÉDICOS NO NOS MERECEMOS CARBÓN ESTE AÑO

MANUEL MARTÍNEZ-SELLÉS

Presidente del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid

Dr. Manuel Martínez-Sellés

El autor se muestra muy crítico con la Ley de eutanasia que se ha aprobado ayer en el Congreso y reclama de las autoridades una buena Ley de Cuidados Paliativos en nuestro país. Muchos se han alegrado con esta aprobación, AGABI no. Hay argumentos religiosos para rechazar esta Ley. Sin embargo, los del Dr. Martínez-Sellés son exclusivamente profesionales y seculares. En AGABI estamos en pleno acuerdo con ellos, y por esta razón publicamos su artículo, publicado en El Mundo el 17 de diciembre de 2020.

https://www.elmundo.es/opinion/2020/12/17/5fda1afdfc6c83de5b8b4593.html

Ha sido un año difícil; solo en Madrid han muerto por la pandemia más de 60 compañeros, activos en su mayoría. Creo que los médicos nos merecemos un reconocimiento y se me ocurre que le podíamos pedir un regalo a los Reyes. Yo, en el día de hoy, me permito pedirles una buena Ley de cuidados paliativos.

Según la Organización Mundial de la Salud, los cuidados paliativos son el conjunto de medidas que previenen y alivian el sufrimiento, incluyendo el dolor y otros problemas, sean estos  de orden físico, psicosocial o espiritual. Los pacientes con enfermedades avanzadas se merecen unos  cuidados que les permitan tener una mejor calidad de vida los últimos meses de su vida. En España, están infradesarrollados. De los dos servicios de cuidados paliativos por cada  100.000 habitantes que se recomiendan, solo se alcanza un 0,6. Somos de los pocos  países de Eu- ropa  que no tenemos una especialidad de cuidados paliativos. Por eso me cuesta creer que, en vez de es- te deseado y necesario regalo, los Reyes nos traigan una Ley de eutanasia.

Tenemos un gran número de pacientes con enfermedades avanzadas que no reciben unos  cuidados paliativos adecuados. Porque unos  buenos y universales  son la reserva de las sociedades que quieren ser justas con sus padres y sus abuelos, o con aquellos, ahora agotados, a los que la vida no les fue bien. Lo demás, la eutanasia, la autonomía de la voluntad o el falso derecho a la muerte son mentiras que el hombre se inventa y las ideologías aprovechan para vender humo. La verdadera alternativa que tenemos por delante es dotar a cada hospital con un Servicio de cui- dados paliativos. Necesitamos una ley que haga frente al drama de la muerte, pero  que lo haga de forma adecuada. Esto sí que es hacer justicia y tratar con dignidad a nuestros enfermos terminales.

En vez de implementarse medidas para mejorar la atención de estos enfermos, la alternativa que se da es matarlos. Además, se aprovecha  una pandemia de dimensiones extraordinarias en la que  ni los médicos ni la sociedad se pueden manifestar, aturdidos por el día a día, para aprobar una medida que va a significar el mayor recorte sanitario de la historia. Una medida de obligado cumplimiento que va contra el juramento hipocrático y contra el código deontológico que nos regula la práctica. Una medida, por otra parte, que nos va a convertir en la excepción de Europa (la eutanasia solo es legal en el Benelux y se permite en Suiza), y que se quiere a aprobar sin un adecuado debate previo y en contra del dictamen del Comité de Bioética de España, el principal órgano consultivo del Gobierno en esta materia, dependiente de los Ministerios de Sanidad y Ciencia.

En el día de hoy, en el Congreso de los Diputados se está asestando una clara agresión a la tradición y a la ética médica, que va a conllevar, más temprano que tarde, la quiebra de la relación de confianza médico-paciente. Desde un argumento falaz y sin una demanda social verdadera, esta ley acomete una nueva e ideologizada ingeniería de transformación social, testimonio de la profunda decadencia de valores que experimenta nuestra patria. Yo todavía me permito pedir al Gobierno y a los partidos políticos un cambio de ruta  y una reflexión profunda sobre el alcance de lo que se proponen. La identidad genuina de la medicina es y será  siempre sanar. Un término que integra el curar y el cuidar. Y cuando esto no es ya posible paliar el sufrimiento del paciente, siempre evitando su dolor y su soledad en los momentos finales de la vida, que es función de los paliativos. Jamás matar. Ninguna ley puede obligar a una profesión a ser lo que nunca puede ser. Ni a un médico a matar legalmente. Los horrores de Weimar y su legado nos deben enseñar que la ley no puede estar por encima de la ética médica, arrollarla.

Es imposible que los autores de esta ley desconozcan sus consecuencias, no el portal sino el portón mortal que su legalización abre a la inseguridad jurídica y a la pendiente deslizante que en unos  años  pasará de lo legal a lo ilegal y de lo autónomo a lo imperativo  en los carentes de toda autonomía, incluyendo niños con discapacidad, enfermos mentales y ancianos con demencia. Es algo público y notorio que ya sucede en Bélgica y Holanda donde, bajo términos eufemísticos, un alto número de enfermos, ya sin autonomía, son eliminados a petición de sus hijos, sus padres o sus tutores legales. Sin clara fiscalización de la justicia.

Congreso de los Diputados en España.

A la práctica médica acecha un gran peligro. No se cuenta con nosotros, aunque, después de  nuestros pacientes, somos los más implicados. Causa estupor. Es como si al zapatero el Gobierno dijera cómo arreglar la suela de unos zapatos, o al cirujano el modo de operar un cáncer de páncreas. Se vende la eutanasia como progresista, aunque implica una intervención dictatorial en la práctica médica y pone el foco en los pacientes más débiles y desasistidos, y con peor situación socioeconómica.

Los médicos descubrieron hace miles de años lo que es el bien del enfermo y los límites insobornables de sus propias acciones, el límite de impulsar o ejecutar la muerte del sufriente. Desde los más  ignotos tiempos, los médicos han tenido prohibido matar, con excepciones que creíamos que no volverían a darse como durante el nazismo. La eutanasia corrompe la relación médico-paciente incorporando la desconfianza, y lleva a situaciones tristes como las de los ancianos que huyen por temor de Holanda o Bélgica.

La experiencia de las duras condiciones que soportan los pacientes con enfermedades avanzadas, la vivencia de su día a día, la realidad de su dependencia y la ruptura de su intimidad, todo esto no lo conocen los políticos. Lo conocen las enfermeras y los médicos. Muchos saben, sienten, que las manos dulces de una sabia enfermera, al modo  de una madre, son la esperanza de sus vidas, Confían en su médico, y saben que intentará siempre lo mejor para ellos. En las condiciones más extremas algunos no quieren ya vivir, eso dicen, pero lo que quieren es no vivir así. UN chute de morfina y una mano amiga y competente, y sentirse protegidos, y todo parece cambiar y vuelve la alegría a los rostros. Esto es lo que la sociedad está obligada hoy a reflexionar y tomar medidas. Cambiemos ese así, y no permitamos el olvido o el desprecio de sus vidas a través de la eutanasia.

Esta ley se defiende desde la autonomía de los pacientes, pero olvida la carencia de autodeterminación real que tienen muchos pacientes con enfermedades avanzadas y que, en la mayoría de los casos, la expresión de un deseo de muerte viene a significar el grito de una petición de ayuda, que expresa la necesidad de cuidados, atención y cariño.

Desde otra perspectiva, es una ley con implicaciones económicas: tengamos en cuenta que se aplicaría en el país más envejecido de Europa. De hecho, España camina a pasos agigantados para convertirse, si lo permite la pandemia, en el país más envejecido del mundo y en menos de 20 años. Cada vez tenemos más ancianos, que cobran pensiones y muchos de ellos demandan unos  cuidados médicos costosos. Desde un punto de vista economicista solo veo dos salidas a nuestro verdadero suicidio demográfico. Una es promover la natalidad. Lamentablemente, se quiere apostar por la otra.

España y los españoles, nuestros padres y nuestros abuelos, no se merecen el trato de la eutanasia, y la irresponsabilidad de su aprobación descansa en todos quienes la apoyan o se ponen de perfil, culpables siempre, por muy útil o estratégica que sea a sus intereses. Aquí también incluyo a los pocos médicos que la defienden, ignorantes y rendidos al falso progreso de una ideología del momento, circunstancial, que olvidan el consenso categórico contra la eutanasia de la Asociación Médica Mundial.

Debemos exigir transparencia, puertas abiertas al debate social, denunciar las pseudoencuestas sesgadas y manipuladas, y un acercamiento mayor al ser humano que sufre en las casas o los hospitales. Y un diálogo sincero con los médicos. Necesario, imprescindible. Este año los médicos no nos merecemos carbón. ¡Y nuestros pacientes tampoco!

EUTANASIA: MÁS REFLEXIÓN

Artículo de nuestro colaborador, JOSÉ ANTONIO CONSTENLA, publicado en El Correo Gallego el 8 de octubre de 2020.

https://www.elcorreogallego.es/opinion/firmas/eutanasia-mas-reflexion-HH4876867

La polémica regulación de la eutanasia ya está aquí. Estamos ante una norma ideológica impulsada para contentar a unas bases radicalizadas e instaladas en la cultura de la muerte. Dado su profundo calado social, necesitaría de un debate sereno y razonado que rebasase las cuatro paredes del Parlamento, y no tramitarse como proposición de ley para evitar el filtro del Consejo de Estado, del Consejo General del Poder Judicial y de las asociaciones profesionales médicas que se oponen a una medida que tiene implicaciones legales al afectar al derecho a la vida, recogido en el artículo 15 de la Constitución.

Pese a no responder a una demanda social urgente, tal y como se deduce de que no existan encuestas ni barómetros que la recoja como una preocupación de los españoles, el Gobierno ha convertido a la eutanasia en una prioridad, que de seguir adelante, se convertirá en un derecho incluido en la cartera de prestaciones del sistema sanitario, por el que podrá ponerse fin a la vida del paciente que lo solicite, en menos de 32 días, en el supuesto de enfermedad incurable que provoque padecimientos físicos o psíquicos intolerables.

¿Qué significa morir dignamente? Tal vez que la vida humana solo merece la pena ser vivida bajo determinadas condiciones y si se cumplen ciertos criterios de calidad. ¡No lo creo! La dignidad de la muerte no radica en la muerte en sí, más bien lo hace en el modo de afrontarla. No debiera, por tanto, hablarse de muerte digna sino de personas que afrontan su muerte con dignidad. Ante la enfermedad y la muerte, todos somos vulnerables y más en una sociedad castigada por la soledad, la debilidad y la influenciabilidad, que niega el sacrificio y prima el hedonismo. A nadie se le exige ser un héroe cuando vive una grave enfermedad, sólo se pide que como sociedad se priorice eliminar el sufrimiento humano, no al ser humano que sufre.

Frente al supuesto “derecho a morir dignamente”, expresión con gran capacidad de seducción pero sin contenido de fondo, se debe contraponer el “derecho a vivir dignamente”, a no sufrir, a no estar sólo, a que te cuiden si estas enfermo, a no tener dolores ni una agonía prolongada artificialmente. Así, entre la “muerte indigna” y la eutanasia cabe una batería de intervenciones, desde las unidades de dolor a los cuidados paliativos.

Hablar de eutanasia como derecho es una “contradictio in terminis”, pues el derecho es “a algo bueno”, a la salvaguarda de los intereses y bienes de las personas, al despliegue de sus mejores posibilidades. La eutanasia lejos de ser progresista va en contra del avance de la ciencia, y resulta paradójico que cuando celebramos el aumento de la esperanza de vida en el último siglo, en más de 30 años, nos planteemos que cuando las personas enfermen o envejezcan se les aplique la eutanasia.

Antes de proponerla habría que fijarse en Holanda y Bélgica donde es legal y se han triplicado los casos y relajado los requisitos para practicarla. La eutanasia no es de derechas ni de izquierdas, tampoco un problema de creyentes o de agnósticos, es una cuestión de ética, humanidad, conciencia, justicia y sentido común. La vida como la muerte son realidades naturales, no definiciones legales.

ES NECESARIO ESTABLECER UN CÓDIGO ÉTICO Y UNA LEGISLACIÓN QUE REGULE LA APLICACIÓN DE DISPOSITIVOS CEREBRALES.

Foto tomada de Retina

“Four ethical priorities for neurotechnologies and AI” por Rafael Yuste, Sara Goering et al. https://www.nature.com/news/four-ethical-priorities-for-neurotechnologies-and-ai-1.22960#auth-1
Resumen: La inteligencia artificial y las interfaces cerebro-ordenador deben respetar y preservar la capacidad de tomar decisiones y tener un papel en la dirección de su propia vida, la privacidad, la identidad, y la igualdad de las personas, dicen Rafael Yuste, Sara Goering y sus colegas en un artículo publicado en Nature el 9 de noviembre de 2017.
El artículo comienza con un caso hipotético, pero que ilustra algunos de los desafíos con que nos enfrentamos con este tipo de intrusiones en el cerebro de una persona.  Considere el siguiente escenario. Un hombre paralítico con un brazo robótico implantado participa en un ensayo clínico de una interfaz cerebro-ordenador. El ordenador, conectado a un microchip implantado en su cerebro, está entrenado para interpretar la actividad neuronal resultante diversas acciones del paciente, a la vez que genera órdenes que mueven el brazo robótico. Un día, el paciente se siente disconforme con el trato que recibe del equipo experimental humano. Más tarde, después de quitar un vaso a uno de los asistentes de investigación, lo rompe con su mano robótica y con uno de los trozos hiere al asistente. Posteriormente, disculpándose, el hombre se pregunta si su enfado con el equipo influyó en ese agresivo comportamiento, o, por el contrario, se debió a un mal funcionamiento del dispositivo que lleva implantado en el cerebro. En este artículo se aboga por la necesidad de establecer un código ético y una legislación que regule la aplicación de dispositivos cerebrales.
María Victoria S. Nadal entrevistó a Sara Goering, coautora de citado trabajo, el 28 de agosto, para el especial sobre  tecnología y neurociencia en la revista Retina, distribuida con EL PAÍS, que es muy ilustrativa. https://retina.elpais.com/retina/2020/08/28/tendencias/1598608595_322308.html
¿Después de haber implantado electrodos en el cerebro para estimular la actividad neuronal, algunas personas han informado que sienten un sentido de identidad alterado (Foto y comentario tomados de Retina)
Por qué es necesario establecer un código ético para la implantación de dispositivos cerebrales?
Los dispositivos cerebrales implantados son muy prometedores para abordar enfermedades o lesiones, pero también proporcionan un tipo de acceso único que podría servir para alterar nuestra actividad neuronal. Dado que nuestra actividad neuronal es la base que define la forma en que pensamos y quiénes somos (nuestra conciencia, nuestros recuerdos, nuestra personalidad, nuestra responsabilidad de acción, todo está en nuestra actividad cerebral), debemos tener cuidado al avanzar en el diseño de dispositivos que pueden alterar significativamente la forma en que pensamos sobre nosotros mismos y sobre el mundo.
¿Cómo podrían estos dispositivos cambiar nuestro cerebro?
Los estimuladores cerebrales profundos [como los microchips implantados en el cerebro] ayudan significativamente a los pacientes de Párkinson con los problemas de temblor y rigidez muscular. Pero algunas personas también experimentan cambios psicosociales, sienten un aumento de la impulsividad, cambios de personalidad… Los dispositivos tienen efectos sobre nuestro comportamiento, pero esos efectos son difíciles de percibir, así que pueden hacer que el paciente tenga una sensación ambigua sobre el control de sus acciones. Pueden sentir que no saben cuánto está influyendo el dispositivo en sus comportamientos o pensamientos y cuánto es decisión solo suya.

Paciente de Párkinson con electros cerebrales implantados
Entonces, ¿sería posible hackear humanos y cambiar su voluntad, por ejemplo?
Actualmente, que yo sepa, ese nivel de especificidad no es posible, pero la vulnerabilidad de un dispositivo a la piratería es muy preocupante. Si un pirata informático puede alterar la forma en que funciona un dispositivo, entonces podría ordenar a un brazo robótico que se mueva de una manera concreta que no estaba pensada por el usuario. O podría cambiar los patrones de estimulación en un microchip cerebral para que alguien se sienta diferente. Dado que esos estados también influyen en la voluntad, sí sería una manipulación indirecta de la voluntad.
¿Quién decide si un dispositivo va a mejorar el cerebro o no?
Las personas podrían decidir por sí mismas si quieren un dispositivo o si este supone una mejora para ellos. Pero determinar qué dispositivos fabricar requiere una conversación social más amplia sobre los posibles beneficios individuales y los peligros de ciertos tipos de control y acceso al cerebro. Es particularmente importante que se escuche a las personas con discapacidad, que son a quienes más podría beneficiar esta tecnología, para tener claro qué tipos de dispositivos son preferibles y por qué razones; y a cuánto es razonable que renunciemos en privacidad, por ejemplo.
¿Qué pasa si solo unos pocos pueden darse el lujo de tener estos dispositivos implantados?
Es posible que esto suceda al principio. Es necesario plantearse estas cuestiones, dado que algunas de las capacidades mejoradas podrían llegar a ofrecer a las personas que las utilizan ventajas competitivas, aunque no es algo que esté pasando ahora. Creo que una pregunta aún más importante es que consideremos las implicaciones de mejorar algunas de las capacidades que parecen prometedoras pero que podrían no ser tan valiosas como parecen. Por ejemplo, la memoria mejorada es atractiva para la mayoría de nosotros a medida que envejecemos, pero la capacidad de olvidar también es increíblemente valiosa y no debe subestimarse.
¿Podría crearse una nueva brecha social entre aquellos que tienen acceso a las mejoras de capacidades cognitivas y aquellos que no pueden costeárselo?
Posiblemente, pero depende del tipo de tecnologías que se utilicen. Que alguien pueda conectarse directamente a Internet con su mente o que pueda pasar de los pensamientos a los mensajes de texto sin la necesidad de escribir (como esperan Facebook y Neuralink) le permitiría acceder a información más rápido, pero eso no sería suficiente para que pensara con más claridad o mejor. Tener capacidades controladas por interfaces cerebro-computadora podría permitirnos hacer cosas con el pensamiento y podría hacernos más productivos o menos dependientes de las limitaciones de nuestra propia musculatura, lo que podría crear una especie de brecha.
Si se extiende el uso de estos dispositivos, pero no todos tenemos el mismo acceso a ellos, ¿podríamos llegar a convertirnos en casi dos tipos diferentes de humanos?
Depende de la tecnología que consideremos. La mayoría de los dispositivos actuales están diseñados para ayudar a las personas a lograr un funcionamiento que es normal y no sobrehumano o completamente diferente del humano. Sin embargo, abrir el acceso al cerebro permite experiencias diferentes a las que son típicamente humanas. Si un dispositivo puede estimular mi corteza sensorial para hacerme sentir que estoy tocando algo que mi cuerpo no está tocando, entonces los mundos virtuales pueden volverse convincentemente reales. Si los dispositivos pueden mejorar significativamente la memoria de una persona o darle una manera de enviar mensajes al cerebro de otras personas sin hablar (como sugieren algunos estudios de interfaz cerebro a cerebro), entonces al menos las normas sobre el ser humano tal y como las entendemos a día de hoy podrían cambiar, dependiendo de si las personas tienen implantes o no.
¿Cree que es posible lograr un acceso equitativo a las neuro-tecnologías para mejorar el cerebro?
Para empezar, no tenemos el mismo acceso a la atención básica de salud mental, al menos en EE.UU., por lo que no tengo muchas esperanzas de tener el mismo acceso a las tecnologías de mejora mental. Abordar la igualdad de acceso es una preocupación seria, pero tal vez sea más importante determinar si las supuestas mejoras son realmente mejoras y si vale la pena buscarlas.

FRANCIA. DEBATE SOBRE EL DISEÑO DE LA LEY DE BIOÉTICA

El 18 de julio de 2019, el Consejo de Estado de Francia validó el proyecto de ley sobre bioética. Esta legislación prevé, entre otras cosas, la posibilidad de ampliar el acceso a la Procreación Médicamente Asistida (PMA) a las parejas compuestas por mujeres y mujeres solteras.
El proyecto fue adoptado en primera lectura en la Asamblea Nacional a finales de octubre de 2019, y pasó a ser examinado por el Senado. El debate fue largo. Hubo 267 enmiendas solicitadas, 136 de ellas adoptadas por la comisión especial en el Senado. El 4 de febrero de 2020, el Senado aprobó el proyecto de ley en primera lectura por 153 votos contra 143. Se hicieron numerosos cambios al texto.
En el aspecto que nos ocupa, los senadores han limitado el reembolso de los gastos de la reproducción asistida por parte de la Seguridad Social únicamente a los casos de infertilidad, excluyendo de hecho las parejas de mujeres y las mujeres solteras. Sin embargo, la ley toca más puntos, así, por ejemplo, rechaza de plano la maternidad subrogada, incrementa de 7 a 21 días el periodo en que se puede investigar con embriones humanos, preconiza el empleo del método de “bebés medicamento”,  trata sobre la filiación de los niños nacidos por reproducción asistida y sobre la identidad anónima o no del donante de esperma.
El 19 de enero de 2020, tuvo lugar una nueva manifestación de los oponentes al proyecto de ley de bioética. ¿El principal punto de discordia? La posibilidad de abrir la PMA a las parejas de lesbianas y a las mujeres solteras.
 El Twitter de Xavier Breton (@bretonxavier) contra el proyecto es muy ilustrativo al respecto: A #MarchonsEnfants contre le projet de loi de #bioéthique : un défilé pacifique, mais déterminé. Nous refusons le mensonge d’une filiation sans père, la marchandisation du corps ou les dérives eugénistes des diagnostics préimplantatoires. « #Marchemos Niños es una marcha pacífica pero decidida contra el proyecto de ley #bioética: Rechazamos la mentira de una paternidad sin padre, la mercantilización del cuerpo o la deriva eugenésica de los diagnósticos previos a la implantación. 
La ley será debatida el próximo lunes 27 de julio de 2020.
La Conferencia Episcopal Francesa mostró perplejidad por el hecho de que «algunos promueven como revolucionario el derecho a una filiación desvinculada de todo vínculo carnal y basada en la intención y el consentimiento». Sin embargo, los obispos recordaron que «la ley francesa sanciona la indivisibilidad del cuerpo y del espíritu»; por esta razón, el modelo bioético debe basarse en la “dignidad humana”, «un bien precioso que debe ser salvaguardado con determinación». Frente a unas técnicas «cada vez más sofisticadas y cada vez más accesibles a todos», la Iglesia de Francia volvió a subrayar que es necesario «proteger al ser humano como un bien, gracias a un derecho que establece relaciones favorables a su desarrollo integral, para contribuir a una sociedad pacífica y unida».
Cabe recordar, además, que ya en una nota difundida el 23 de julio de 2019, los obispos franceses se preguntaban sobre las consecuencias de la ampliación de la PMA, considerándola «un punto de no retorno», que plantea difíciles cuestiones como la ausencia del padre y la eugenesia. «¿Seguirá nuestro derecho -preguntaban los prelados franceses hace un año- organizándose en torno a la persona humana? ¿Seguiremos respetando a todos, jóvenes y viejos, por su dignidad, fuente de auténtica hermandad? ¿O permitiremos que el más fuerte domine al más débil, debido a un uso desordenado de la tecnología?».https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2020-07/francia-ley-bioetica-intervenencion-obispos-maternidad-pma-amp.html
La ley de bioética es “injusta e ilegal” porque, entre otras cosas, discrimina entre los niños que tienen un padre y los niños que no verán reconocido este derecho fundamental. De esta manera, Monseñor Pierre d’Ornellas, jefe del grupo de trabajo sobre bioética de la Conferencia Episcopal Francesa, reiteró, en una conferencia de prensa celebrada el lunes 20 de julio por la tarde, las razones, ya expuestas en varias ocasiones por los obispos, de su firme oposición a la controvertida medida que volverá el 27 de julio a la Asamblea Nacional. https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2020-07/ley-bioetica-francia-derecho-fundamental-ninos-tener-padre-paz.html
En opinión de AGABI, este proyecto de ley plantea graves reservas éticas en varios aspectos.

 

PARA PROTEGER A LA INFANCIA, UN PROYECTO DE LEY CON CLAROSCUROS

La nueva propuesta del gobierno español para prevenir la violencia contra los menores, que actualiza instrumentos ya existentes, contiene fuertes dosis de ideología de género.
El pasado mes de junio, el gobierno de España aprobó remitir al Congreso de los Diputados el Proyecto de Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia. La normativa abarca los diferentes ámbitos en que pueden ocurrir situaciones de este tipo, confiere mayores poderes a los funcionarios públicos que les hacen frente, marca nuevos plazos a la prescripción de delitos violentos contra los menores, pone énfasis en la formación de los progenitores, e introduce la perspectiva de género en distintos puntos del articulado.
https://www.aceprensa.com/familia/infancia/para-proteger-a-la-infancia-un-proyecto-de-ley-con-claroscuros/?utm_source=Suscriptores+Newsletter+Aceprensa&utm_campaign=2b86ab3f02-EMAIL_CAMPAIGN_2020_07_09_10_17&utm_medium=email&utm_term=0_9940c1a781-2b86ab3f02-81254520

QUE ESPAÑA DESARROLLE LOS MEJORES CUIDADOS PALIATIVOS, LEGALIZAR LA EUTANASIA ES REGRESIVO

 

ÁNGEL GUERRA ■ Presidente Asociación Galega de Bioética “La eutanasia es como una transgresión a la norma social de no matar” “Legislarla supondría empezar la casa por el tejado; que España desarrolle los mejores Cuidados Paliativos”
Entrevista de E. OCAMPO en FARO DE VIGO. SOCIEDAD, DOMINGO, 16 DE FEBRERO DE 2020.
Sitúa el debate en el contexto del final del ‘paternalismo’ médico –la función de curar y no hacer daño– y con la supuesta autonomía del paciente ‘socavada’ por el sufrimiento.
–¿Cuál es la postura de Agabi con respecto al proyecto de ley que se prepara para la eutanasia? –Apoyar los paliativos es una solución más digna. Inmediatamente, si se aprueba esa Ley de eutanasia el gobierno deberá ir a una Ley de cuidados paliativos con una financiación seria en todos los ámbitos de la sanidad pública y que se tome muy en serio a las personas con sufrimiento grave. Hoy en día la farmacopea tiene estupendos medicamentos y también existe la sedación, que nunca va a matar al paciente. Si no, estamos haciendo un flaco servicio a la sociedad. Le estamos dando una válvula de escape que socava la relación de confianza entre el médico y el paciente, que no tiene muy en cuenta la dignidad de la persona y que puede lesionar más cosas importantes.
La que tenemos actualmente en Galicia, aprobada en 2015, y llamada Ley de muerte digna se encarga de los cuidados de enfermos terminales. ¿Por qué no desarrollar las dos? –Lo he discutido con muchas personas y lo que creemos es que no se puede empezar la casa por el tejado. Para evitar el sufrimiento a los pacientes y el deseo de morir a personas porque no están bien atendidas, se deben desarrollar bien los cuidados paliativos. Quizás no se han puesto los medios para que esa persona libremente reconozca que puede seguir viviendo, porque tiene apoyo de la familia y los hospitales. Debemos coger la casa por los cimientos e intentar que los paliativos en España sean los mejores, que nadie se encuentre desamparado ante el sufrimiento. Es antinatural reclamar la muerte. La Sociedad Española de Cuidados Paliativos y Agabi ven muy el servicio de HADO, de la familia en atención a domicilio.
Otros países de Europa ya cuentan con una ley similar. –Ahora mismo, en nuestra sociedad el “no matar” está absolutamente metido en la entraña de la sociedad. Introducir la eutanasia nos parece una transgresión a esa ley. ¿No matarás a veces? ¿o bajo ciertas condiciones? Nuestra civilización ha progresado eliminando las excepciones a esa prohibición de matar. La pena de muerte está mal vista… Por tanto, opino que legalizar la eutanasia es algo regresivo, supone un paso atrás. Yo he vivido en Holanda cuando se aprobó la Ley de eutanasia allí. Una ley de ese tipo se ha ido extendiendo, de las 1.800 personas que deseaban morir en el año 2000 a más de 7.000 en la actualidad; unas veinte al día. Ahora que se discute en el Parlamento, estoy seguro de que se pondrán muy buenas garantías, pero con el tiempo, las cosas cogen holgura. No deja de ser un planteamiento utilitarista de la persona; cuando se considera innecesaria, su vida ya no tiene sentido.
–Uno de los asuntos más peliagudos es la comisión evaluadora. En España autorizará caso a caso. ¿Tendría que haber algún experto en ética en ese comité? –Probablemente la despenalización salga adelante. Es vital que estén presentes más comités de bioética, no solo de nuestra asociación. Se van a encontrar con una serie de casos que requieren decisiones muy serias, con garantías muy bien definidas.
El gobierno se ha referido al amplio consenso social que existe para aprobar esa ley. Según el CIS, incluso el 60 % de los católicos están a favor. –No conozco ninguna encuesta que se haya hecho entre católicos con respecto a la eutanasia. Yo no he hablado de religión, pero me parece un dato poco fiable. Se juega con los sentimientos de la gente. Es penoso y agobiante encontrarse con personas en estas circunstancias. Todos sentimos gran pena y dolor incluso cuando una mascota está terminal. Yo he tenido que eutanasiar delfines y sé de lo que hablo; es muy desagradable, tremendo. Pero el sentimiento no puede ser el criterio para legislar, porque es muy volátil. No podemos regirnos por el corazón, la razón debe estar por encima.

ABORTO Y ADOLECENTES

 

El Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia (UCV) ha publicado ayer (13 de enero de 2020) https://www.observatoriobioetica.org/2020/01/permitir-que-las-menores-aborten-sin-consentimiento-paterno-pone-a-las-adolescentes-en-una-situacion-de-riesgo/32351 el resultado de una oportuna entrevista con dos expertos en bioética en la que se afirma que volver a la ley de plazos de Zapatero para permitir que las menores de 16 y 17 años puedan abortar sin el consentimiento paterno –tal como propone el nuevo Gobierno de PSOE y Unidas Podemos-, “lejos de ser una medida liberadora y promotora de los derechos de la mujer, pone a las adolescentes en una situación de riesgo”.
AGABI comparte plenamente las afirmaciones y opiniones expresadas por Julio Tudela y Justo Aznar, por lo que las recogemos aquí íntegramente.
“Privar a estas jóvenes de la necesidad de contrastar, en momentos de angustia, con personas que pueden ofrecerles alternativas, principalmente sus propios tutores o padres, significa ensanchar la autopista hacia el aborto y no va a contribuir para nada a reducir las cifras, que siguen siendo catastróficas y que se han incrementado este último año”, ha subrayado el director del Máster de Bioética de la UCV, Julio Tudela.
Los estudios más robustos científicamente y que se ha realizado con muestras mayores, según afirma este experto, afirman que la práctica del aborto voluntario en adolescentes provoca secuelas de orden psicológico durante el resto de su vida, más aún, si el aborto se repite. Por ello, “las mujeres que han repetido abortos tienen mayores riesgos de sufrir trastornos, y, cuanto antes se practique el aborto, el riesgo es mayor. Por tanto, estas medidas que pueden tener consecuencias nefastas para la mujer habría que evitar realizarlas en fase de adolescencia e inmadurez porque los riesgos se incrementan en estos casos”.
Por su parte, Justo Aznar, director del Observatorio de la UCV, ha apelado al hecho de que esta ley “conculca los derechos de los padres respecto de la educación de sus hijos, separa a los padres de su hija en un momento que puede ser el más difícil de su vida”. “Se están poniendo las medidas para facilitar el aborto cuando las medidas deberían centrarse en prevenir el embarazo adolescente para que no se llegue a estas situaciones. Hay que fomentar la prevención con ayudas sociales, información y una educación sexual ajena a la actual, que únicamente está enfocada al hedonismo sin ver la profundidad del amor humano. Para evitar los abortos la juventud debe ser educada desde otra perspectiva”, ha expresado el director del Observatorio de Bioética.
“Pensar en lo que hay que hacer solo cuando se ha producido el embarazo no deseado es una política muy limitada y mal enfocada. Para evitar los robos lo importante no es el castigo o los medios técnicos que se pongan para impedirlo, sino no robar. El fondo de la cuestión es de un orden filosófico, antropológico, sociológico y teológico muy profundo; mucho más que la legislación respecto de abortar a los 16 años con el permiso o no de los padres. Esto amplía el horizonte de lo que significa la proposición de estas leyes en contra de principios muy elementales en la vida familiar y el bien de la sociedad”, ha añadido.
Finalmente, Aznar ha remitido al acompañamiento a la mujer: “En lugar de favorecer el aborto -que siempre es terminar con la vida de un ser humano, sea la que sea la edad de la madre embarazada- lo que debe hacerse es conceder ayudas sociales a estas jóvenes para que no tengan que recurrir al aborto y después puedan continuar con sus estudios”.

SOBRE LA EUTANASIA

 Isabel Coma Canella, Médico especialista en cardiología. Miembro de la J.D. de AGABI

CARTA PUBLICADA EN FARO DE VIGO,  27.10.2019 | 02:32

El gobierno progresista en funciones tiene prisa por legislar la práctica de la eutanasia. Considera un deber hacerlo cuanto antes, siguiendo el ejemplo de una pequeñísima minoría de países en el mundo. En estos países se empezó a practicar a petición del paciente y actualmente se hacen muchas eutanasias a petición de los familiares, o porque el propio médico lo considera adecuado, o porque hay que dejar sitio en Cuidados Intensivos para una urgencia. Incluso se permite la eutanasia en niños.
Pero quitar la vida a un enfermo no es un progreso de la medicina sino un retroceso, o más bien la antimedicina. También nuestro país retrocedería si permitiese la esclavitud a petición del que desea ser esclavo o la venta de órganos para ganar dinero. Quizá, si esto lo hiciesen en otros países de la Unión Europea, el gobierno en funciones querría imitarlo, no vaya a ser que no seamos tan progresistas como ellos.
El progreso de la medicina está en descubrir nuevos tratamientos para curar enfermedades o aliviar al enfermo. Puesto que la vida del hombre sobre la tierra termina siempre con la muerte, un progreso de la medicina es mejorar los cuidados paliativos de los enfermos que no podemos curar. Siempre se puede disminuir el dolor y la depresión (tan frecuente en estos casos), además de acompañar al enfermo hasta su muerte. Sin olvidar que la muerte natural es la más digna de todas.
Hace pocos años, después de publicar un libro sobre testimonios de enfermos sometidos a trasplante cardíaco («Cambiando corazones», Plataforma Editorial), acudió un matrimonio a mi consulta pidiendo el trasplante cardíaco para los dos. No tenían ninguna cardiopatía y su única patología era la hipertensión arterial, perfectamente controlada con medicación. Traté de convencerles, sin éxito, de que no estaba indicado. Se fueron enfadados, diciendo que acudirían a otro cardiólogo. Esto, que todo el mundo entiende (excepto aquel matrimonio), es algo tan absurdo como practicar la eutanasia a quien la pide.
El médico se pasa la vida estudiando e investigando para curar al enfermo que se pone en sus manos; si no lo puede curar, trata de aliviarlo, y si no lo puede aliviar, trata de consolarlo.
Cualquiera que no sea médico puede quitar la vida a otra persona que lo pide. Basta con una navaja bien afilada o un cuchillo de cocina. O con darle muchas pastillas (de las que está tomando) juntas, en vez de una sola. ¿Por qué pedir al médico que haga lo opuesto a lo que considera su deber? ¿Por qué obligarle a una acción tan indigna?