En el Webinar Euthanasia or Death on demand? organizado por One of Us el 25 de marzo la 2021, la primera intervención correspondió al Dr. Justo Aznar Lucea, Instituto de Ciencias de la Vida, Universidad Católica de Valencia. Su exposición de cómo a la legalización de la eutanasia ha seguido una pendiente resbaladiza en países como Holanda y Bélgica, basada en datos, fue brillante y estremecedora a la vez. Esa puerta abierta desde principios del siglo XXI ha devenido en una vía macabra en la que ya no se aplica la muerte medicamente asistida únicamente a personas adultas con una enfermedad incurable que la piden y que solo se concede bajo estrictas garantías, sino a neonatos, niños y adolescentes, deficientes mentales, dementes y personas con un “sufrimiento existencial” o, como dicen ellas “cansadas de vivir”. Pero lo que es más grave todavía, un elevado porcentaje de las personas que fueron eutanasiadas ni siquiera lo habían pedido, se ha llegado así a la eutanasia involuntaria. Las garantías con las que la legalización de esta práctica contaba en principio no controló su desarrollo, sino todo lo contrario. Los motivos son diversos, pero esta es la realidad: un deslizamiento progresivo contrario a la dignidad humana y al respeto y cuidado de las personas más vulnerables, propio de una sociedad civilizada.
Michael Cook, editor de BioEdge informaba ayer que la revista JAMA Internal Medicine organizó un acalorado debate sobre la eutanasia holandesa esta semana. La geriatra Diane Meier, de la Escuela de Medicina Icahn, Nueva York, respondió enérgicamente a los críticos de un editorial que había escrito en diciembre, titulado “El tratamiento de pacientes con sufrimiento insoportable: la pendiente resbaladiza es real”.
Dos equipos de médicos holandeses respondieron garantizando que «todos estos casos holandeses de suicidio asistido por un médico se caracterizan por una relación vital entre el médico y el paciente y que todas estas solicitudes son voluntarias y bien consideradas» y que «los casos de suicidio asistido por un médico siempre siguen la letra de la ley y nunca involucra presiones familiares, financieras o de otro tipo».
Estos argumentos están «basados en la esperanza, no en la investigación», respondió Meier. Su agudo análisis de la eutanasia holandesa es una de las críticas más severas jamás publicadas en una importante revista médica. A continuación, se muestran algunos extractos de la publicación de Meier:
“Las leyes estadounidenses de suicidio medicamente asistido (SMA) son bastante estrictas. Por el contrario, los países donde esta práctica ha sido legal durante mucho más tiempo que los EE. UU., han revisado sus leyes originales para eliminar los requisitos de diagnóstico, eliminar las exclusiones psiquiátricas, definir ampliamente el sufrimiento insoportable, con el objeto de incluir afecciones como los síndromes geriátricos y la angustia existencial, y reducir los informes requisitorios».
«¿El acceso legal al SMA servirá como un medio rápido, fácil y económico de manejar las necesidades de una población que envejece cada vez más aquí y en todo el mundo?»
“El acceso permisivo al SMA en el contexto de esos países se acerca a la validación social, respaldada por políticas, de que algunas vidas ya no merecen la inversión necesaria para preservarlas: la creencia implícita de que tanto el individuo como la sociedad estarían mejor si el paciente estuviese muerto.»
“Este es precisamente el tipo de pensamiento que llevó primero a la decisión 8 a 1 de la Corte Suprema de Estados Unidos de 1927 de defender el derecho de un estado a esterilizar por la fuerza a personas consideradas no aptas para procrear, luego a la defensa y participación de los médicos alemanes en las políticas de esterilización eugenésica de principios de la década de 1930, y finalmente a la eutanasia involuntaria en Alemania de esas «vidas indignas de vivir»: niños con discapacidades a partir de 1939 y personas mayores y personas con discapacidades a partir de 1940″.
“De hecho, las encuestas demuestran consistentemente que los médicos consideran que la debilidad profunda o el deterioro cognitivo son destinos peores que la muerte. En contraste, diversas personas mayores que viven con discapacidades relacionadas con la edad califican su propia calidad de vida de regular a muy buena y señalan la preservación de la dignidad y el sentido de control como factores habilitadores clave. El miedo de los médicos a su propio futuro, como lo ejemplifican los pacientes que tratan, puede resultar en la proyección inconsciente de apoyo para una muerte acelerada «.
«La conexión humana significativa y comprometida, no dos gramos de secobarbital, es la receta correcta».
La muerte asistida por un médico ahora es legal en nueve estados de EE. UU., además de en el Distrito de Columbia y se está considerando en 17 estados más. Generalmente, la legalización sigue a las iniciativas electorales, que configuran las cámaras legislativas, en el marco de amplios esfuerzos de marketing por parte de grupos de defensa centrados en convencer al público de que se enfrentan a un futuro de sufrimiento insoportable si el SMA no está disponible. Mientras que el miedo al sufrimiento insoportable al final de la vida es una preocupación comúnmente expresada, la mayoría de los estadounidenses deberían poder esperar un alivio confiable y experto del sufrimiento como resultado de los avances médicos en geriatría y cuidados paliativos. El hecho de que el público sea tan fácilmente persuadido de que el sufrimiento es inevitable y de que no pueden confiar en que el sistema de atención de la salud responderá a su sufrimiento debería hacernos reflexionar.
La información que se ofrece está muy sesgada. Se manipulan los sondeos de opinión pública con preguntas y planteamientos simplistas, como ¿quiere usted más derechos y más libertad?, a las que todo el mundo contesta positivamente, pero se esconde el para qué. Se presentan casos particulares enfocados sentimentalmente sin tener en cuenta la experiencia de los expertos que están realmente en contacto con los enfermos. Generalmente no se escucha a los paliativistas, y se antepone la supremacía de la voluntad a la dignidad humana ante la muerte vista por personas sanas sin apenas contacto con las realidades que se observan en las unidades de cuidados paliativos. Se establece así un “diálogo de sordos” porque los pro-eutanasia no se acercan a conocer la realidad de los cuidados paliativos, no se informan sobre la diferencia entre eutanasia y sedación terminal, o piensan que la eutanasia en una continuación de los paliativos, cuando éstos son “cuidados de salud”; es decir, se establece un enfrentamiento entre “ideas abstractas” y “experiencia real”. La muerte entonces no es asistida sino ejecutada.
El informe de van den Berg y colaboradores en JAMA Internal Medicine sobre 53 casos de SMA o eutanasia en los Países Bajos con un sufrimiento insoportable atribuible a múltiples síndromes geriátricos debería causar alarma.